· Características del Teatro en el último tercio del S. XVIII y principios del XIX.
Existían dos tendencias:
a) El teatro barroco: teatro espectacular, de muy compleja y costosa puesta en escena, que bajo el nombre de comedia de teatro englobaba diversos géneros (comedia de magia, comedia militar y comedia sentimental).
b) El teatro neoclásico: en el ámbito teatral, la minoría ilustrada pretendió una reforma que chocaba frontalmente con los gustos imperantes de tradición barroca. Era un cambio que buscaba la naturalidad y la sencillez (entendida como clasicismo, en la línea propugnada ya por Cervantes). Con características bien distintas (sencillo; versando sobre temas de actualidad –sobre costumbres, vicios y defectos-; cumpliendo con las tres reglas - de unidad de acción, unidad de tiempo e unidad de lugar; esto es, imitación de un suceso, ocurrido en un lugar y en pocas horas-; y planteado como escuela de costumbres: esto es, representación de costumbres condenables como ejemplo a corregir y comportamientos virtuosos, que se convierten en modelo de conducta, conscientes del papel educativo del teatro.
Las preferencias del público, si se analiza el número de días en cartel de las obras y las recaudaciones de taquilla, se fueron alejando del teatro barroco para aproximarse al segundo, de hecho El sí de las niñas constituyó el mayor éxito teatral de la época (26 días seguidos se mantuvo en cartel, hasta la llegada de la cuaresma que interrumpía la actividad teatral) e inaugurará el teatro moderno en España.
· El teatro de Moratín:
Participa, plenamente, de la preocupación de los ilustrados por el teatro, siendo conscientes de su finalidad educadora. Lejos de percibir al teatro únicamente como una diversión pública, tienen muy en cuenta el papel que puede desempeñar en tanto “escuela de costumbres”.
Si la tragedia estaba dirigida a las clases dominantes, la gente común, tanto el pueblo bajo como “las clases medias” que Moratín tiene en mente en sus obras, encontraría en la comedía “el relato de sus costumbres y de sus vicios y defectos”, es decir, la representación de actitudes condenables que se muestran como ejemplo a corregir y la de comportamientos virtuosos que se convierten en modelo de conducta. Así, Moratín define su ideal de comedia: “Una fábula simple y verosímil, con personajes concretos y reconocibles como representativos de una clase social y de un momento histórico, que representen las costumbres nacionales, con viveza en el diálogo, con un estilo sencillo, agradable y elegante, con mezcla de risa y llanto, buena moral y, sobre todo, practicable”.
Ø El viejo y la niña: su primera comedia, trata de las funestas consecuencias de los matrimonios impuestos y desiguales.
Ø La comedia nueva: en la que ridiculizaría los gustos imperantes por las comedias de teatro espectaculares destacando lo acertado del nuevo estilo neoclásico, esto es, frente a una ficción irreal y aparatosa, el realismo de la vida cotidiana; frente a una versificación rebuscada, un lenguaje sencillo, en prosa, apropiado a cada personaje.
Ø El barón: en el que vuelve a aparecer el matrimonio impuesto.
Ø La mojigata: en el que destaca las funestas consecuencias de una educación equivocada.
· El sí de las niñas:
Obra que consagró a Moratín. Publicada a finales de 1805, fue denunciada a la Inquisición, saliendo sin problemas en un primer momento (gracias a la intervención de Godoy) y siendo, posteriormente, prohibida en 1819.
Con claras influencias de Molière, por quien Moratín, sentía admiración; de Marivaux (L’école des mères, La mère confidente,…) y de algunas de las comedias españolas del Siglo de Oro (en especial, Entre bobos anda el juego de Rojas Zorilla) fué la comedia con mas éxito y mayor acogida por parte de los madrileños de su época (26 días seguidos se mantuvo en cartel, hasta la llegada de la cuaresma que interrumpía la actividad teatral y con unas recaudaciones por taquilla excepcionalmente elevadas).
Trata del problema de los matrimonios impuestos contra la libertad de elección de los jóvenes, tema de muchísima actualidad en la época.
Cumple con las tres reglas características del teatro neoclásico - de unidad de acción, unidad de tiempo e unidad de lugar; esto es, imitación de un suceso, ocurrido en un lugar y en pocas horas. Por ello:
- el espacio en que se desarrolla la comedia es un único escenario: una sala de paso en el primer piso de una posada a la que dan cuatro paredes de habitaciones y la escaleras que conducen al bajo. Es un lugar de cruce que favorece el diálogo y la acción.
- el tiempo dramático se extiende desde el atardecer hasta el alba (la oscuridad del anochecer coincide con la desolación de los jóvenes; la llegada del amanecer, con el restablecimiento de la racionalidad en don Diego y la felicidad de los protagonistas).
- el tema es el de la imposición materna de un matrimonio, frente a lo natural y lo racional: el amor entre los jóvenes. Moratín, por medio del personaje de don Diego y en contraste con doña Irene, defiende la tesis de que la autoridad paterna debe ejercerse de una manera no despótica, sino a través de la razón.
También relaciona el tema de la educación. En la obra se ofrecen dos modelos bien distintos, representados en la educación recibida por don Carlos y doña Paquita. Don Carlos es capaz de un sacrificio más duro que el de la propia vida, el de su amor, en aras de su deber. Su comportamiento es el resultado de los valores infundidos por su tío. Por el contrario, el resultado de la educación recibida por doña Paquita el la disimulación
La acción de la comedia se resume en el proyectado matrimonio de una joven de 16 años, doña Francisca, con un acaudalado burgués de 59; enlace al que la muchacha se ve abocada por la obediencia y amor a su madre, doña Irene, aunque está enamorada de un joven militar, don Carlos, algo que solo conocen los criados de los jóvenes, Rita y Calamocha. Cuando Don Carlos acude en ayuda de dona Francisca, avisado por la carta de esta, descubrirá que el rival es su tío y tutor, por lo que su sentido de la obediencia le obliga a renunciar a su amada. Solo la cordura y sensatez de don Diego y su sacrificio podrá resolver lo que se encaminaba a la ruptura de un orden racional y natural.
Es una acción única en la que la habilidad del autor en el movimiento de los personajes, cuyas apariciones, ausencias y ocultamientos, sin que resulten forzados, permiten que se mantenga el interés y que la trama aparezca como verosímil.
Frente al gran desfile de personajes de las comedias populares de la época, Moratín presenta únicamente siete ya que la claridad que pretende la comedia neoclásica rechaza, también, la acumulación de personajes en escena.
El conflicto sentimental se centra en tres de ellos (los dos jóvenes, doña Francisca y don Carlos, y el “viejo”, don Diego). La madre de la joven, doña Irene, queda en un segundo plano en el desarrollo de la acción, pero es el contrapunto cómico que realza la figura de don Diego. Los criados, Rita, Calamocha y Simón, encarnan buena parte de la comicidad de la obra.
Don Diego es, sin duda, el personaje de mayor complejidad y relieve. Su sacrificio permitirá recuperar la racionalidad y facilitará la felicidad de los jóvenes. El despropósito de su proyectado matrimonio, a pesar de su amor hacia Paquita y de sus cualidades positivas, queda puesto de manifiesto a lo largo de toda la obra. Él mismo se muestra consciente de no poder obtener el amor de la joven, aspira unicamente a una especie de felicidad hogareña. Y, aunque en un momento de la obra se muestra autoritario con su sobrino, lo que queda justificado por los celos, siente un profundo afecto por su sobrino, demostrando que es un hombre sensible que sabe sacrificar sus deseos en aras a lo racional.
Doña Francisca es un personaje cuyo carácter se muestra tanto por sus actitudes y palabras, como por como la ven los demás. Es una muchacha inocente, educada en un convento de monjas, incapaz de contradecir a su madre, pero que también sabe lo que es el amor y que dialoga con don Carlos como una mujer enamorada.
Don Carlos es un joven teniente coronel que personifica lo que se esperaba de un joven ilustrado: con talento, obtenido por la educación recibida (por ej. Se destaca que enseña matemáticas), valiente (no solo por lo demostrado en el campo de batalla sino, todavía más, al dominar sus sentimientos y subordinarlos al deber filial), amable y con las características (muestra respeto hacia un rival que todavía no conoce y se preocupa por no poner en peligro la honra de la joven)
Doña Irene es el contrapunto cómico de don Diego, su función no solo es la de provocar la risa sino resaltar la sensibilidad, cordura y generosidad de este. Aparece caracterizada por su palabrería insustancial y egocéntrica (se importa mucho más ella misma que su única hija). A través de ella, se proyecta la sátira de la beatería y santurronería, extensible a su parentela religiosa (el tío obispo, la hermana monja,…).
Simón, el criado de don Diego, es confidente y consejero de su amo. El aprecio que merece a este refleja el nuevo modelo social y moral de la Ilustración.
Rita, la criada de las mujeres, y Calamocha, asistente de don Carlos, tienen en común la juventud y reflejan la relación que los ilustrados valoraban en un grado mayor: la amistad, por encima de clases sociales.
La función cómica de los criados va, por tanto, más allá de servir para alegrar ya animar la comedia al ser utilizados por Moratín para reflejar una nueva concepción de la sociabilidad.
Como obra representativa de la comedia neoclásica, el decorado es el imprescindible para recrear lo mejor posible el ambiente de una posada ( cuidando de que hasta en el diálogo salga a relucir los habituales inconvenientes de las ventas). En esta misma línea de sencillez y verosimilitud, el vestuario de los personajes debe corresponder al que llevarían en la realidad (como figura en las acotaciones).
El sí de las niñas es, pues, una comedia de costumbres, que propone “una moral practicable”, se atiene a las pautas neoclásicas y ofrece perspectivas inequívocamente ilustradas.

Comococos
No hay comentarios:
Publicar un comentario