jueves, 22 de febrero de 2007

Argumentos para la existencia de Dios

ÍNDICE

I.- Argumentos para la existencia del Dios
1. Introducción.
2. Principales pruebas de la existencia de Dios
a) Pruebas a priori o argumentos ontológicos.
b) Pruebas a posteriori o razonamiento cosmológico.
1) Vía de la causalidad eficiente
2) Vía de la causalidad
3) Vía de la necesidad
4) Vía de la excelencia y de la participación
5) Vía de la excelencia y de la participación
c) Prueba moral o argumento deontológico
II) Argumentos contra la existencia de Dios
A. Criticas a la existencia de Dios
1) el problema del mal
2) la posible contradicción entre el dios que todo lo sabe y la libertad de los hombres
3) Hume
B. Posturas que niegan la existencia de Dios
1) Agnosticismo
2) Ateismo
III) El problema de la existencia Dios en Kant





I.- Argumentos para fundamentar la existencia de Dios
1. Introducción
Los argumentos para la existencia de Dios constituyen una de las tentativas más importantes de la mente humana. El explorar el mundo y el ir más allá del reino sensible o de la experiencia constituyen uno de los retos que siempre ha preocupado y ocupado al hombre.
La cuestión de la existencia de Dios es ciertamente la más importante de la filosofía. Afecta al tenor entero de la vida humana: ¿hay que considerar al hombre como el ser supremo del universo o, por el contrario, tiene un ser superior al cual, lógicamente, debe amar y obedecer?
El hombre es consciente de que las cosas no se sostienen por sí mismas. Ni tienen en sí su sentido último, sino que reenvían más haya de su propio ser.
Este estudio se ha realizado a través de dos caminos: por el llamado conocimiento sobrenatural (conocimiento beatífico) o utilizando las “fuerzas de la sola razón”.

En efecto, mientras que la teología (ciencia que estudia a Dios desde la luz sobrenatural de la fe) mantiene la existencia de Dios como absolutamente necesaria por la autoridad que la fe y la revelación tienen sobre el hombre, otros muchos filósofos y algunos teólogos (teología natural o teodicea) han pensado que es posible demostrar, a través de la razón, dicha existencia. Hay que advertir, que el Dios de la revelación de la fe difiere absolutamente del dios de la razón. El dios de los filósofos se reduce a un concepto, o mejor, a un principio, para nada coincide con el Dios personal que nos propone la fe. Por mucho que seamos capaces de demostrar racionalmente que Dios existe, este convencimiento no puede ser causa inmediata de la fe.

2. PRINCIPALES PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS

a) Pruebas a priori o argumentos ontológicos. el razonamiento a priori mantiene un concepto de Dios como ser tan perfecto que su no existencia sería inconcebible.
Defendido fundamentalmente por San Anselmo de Canterbury (en el siglo XI). Parte de considerar a Dios como " el que nada mayor se puede concebir". Si Dios existiera solamente en la mente, Él entonces no sería el ser concebible más grande, porque siempre podríamos imaginar otros seres más grandes, más perfectos, porque existirían solo en la mente. En realidad, la propia mente sería Dios. Por lo tanto, imaginar a Dios como existiendo solamente en la mente conduce a una contradicción lógica; esto prueba la existencia de Dios en la mente y en realidad.
El argumento ontológico ha tenido una historia larga y tempestuosa. Ha sido defendido, repropuesto, por algunas de las mentes más importantes de la historia occidental, generalmente matemáticos, como Descartes, Spinoza, y Leibniz y Hegel. Sin embargo, este argumento, al haber sido interpretado de diversos modos, ha provocado una gran división de opiniones respecto a su legitimidad. No persuade, en la actualidad, a la mayoría de gente, que parece abrigar la misma duda que Kant quien afirmo que la "necesidad de un principio no supone la necesidad absoluta de su existencia". Es decir, un principio (la mente no ha podido imaginar a Dios, luego este existe) puede ser lógicamente necesario sin ser verdad de hecho (Sto. Tomás de Aquino).
b) Pruebas a posteriori o razonamiento cosmológico: analiza el mundo, el universo observable, empírico, insistiendo que Dios es necesario para explicar ciertas características del cosmos.
En este sentido, Santo Tomas de Aquino, en el siglo XIII, afirmó que la existencia de Dios, aunque no sea una verdad evidente respecto a nosotros, sin embargo es demostrable por los efectos que conocemos. Formuló las cinco maneras o vías (pruebas cosmológicas) por las que se puede demostrar la existencia de Dios :
1) Vía de la causalidad eficiente: el “argumento del motor”, del movimiento en el mundo: lo que está en movimiento es movido por otra cosa; esta otra cosa, también, se debe mover por algo; para evitar una regresión infinita, debemos postular que existe un " primer motor”, que sea Dios.
2) Vía de la causalidad: "no se causa nada por sí mismo ", tiene que haber una primera causa que sea el origen de todo. Por ejemplo, una mesa la hace un carpintero, que ha su vez su causa son sus padres. Y así podemos continuar al infinito, pero, evidentemente, es necesaria una primera causa, que es Dios.
3) Vía de la necesidad: el argumento cosmológico. Todas las cosas físicas, incluidas las montañas, las piedras y los ríos, tuvieron que ser originados en su ser y causados por una existencia anterior. Por lo tanto, en algún momento ningunas de estas cosas existieron. Pero si no había nada, en ese momento de tiempo, ¿cómo podría haber existencia en todos ahora, puesto que de la nada no se pueden originar cosas? Así, debe siempre haber habido por lo menos una cosa necesaria, que es eterna, que es Dios.
4) Vía de la excelencia y de la participación: los objetos en el mundo tienen grados diferentes de calidad. Pero para comparar el grado de calidad o perfección de las cosas es necesario la comparación con cuál es la perfección máxima, que de es Dios.
5) Vía de la excelencia y de la participación: el argumento teleológico. Las cosas en el mundo se mueven hacia metas, las cosas tienen una finalidad. Pero, sin embargo, una flecha no se mueve hacia su meta sino hubiese un arquero que la dirige. Así pues, debe haber un diseñador inteligente que dirige todas las cosas a sus metas, y éste es Dios.
Una posible objeción al argumento cosmológico debería formular la siguiente pregunta: “si Dios hizo el universo, entonces ¿quién hizo a Dios?”. Si se insiste en que el mundo tiene que tener una causa, ¿no se debe también insistir que Dios tendría, así mismo, una causa? No, porque si Dios es el ser necesario. Sería como preguntarse, “¿quién hizo a un ser inmutable?" o "¿quién causó a ser a incausable?”, siempre tiene que haber un ser origen del resto y ese es Dios.
Más seria se considera a la objeción de que la prueba está basada en una aceptación del principio de que cada acontecimiento/efecto tiene una causa. Si se niega este principio, incluso si se niega en metafísica, el argumento cosmológico se queda sin fundamento. Hume discutió que la causalidad sea un principio suficiente, pues presupone que todo tiene una causa siendo que puede considerarse propensión humana el pretender hallar conexiones necesarias entre los acontecimientos cuando lo que realmente vemos es que lo que ciertamente existe es continuidad y sucesión. Kant secundó a Hume afirmando que la causalidad es una categoría construida en nuestras mentes como una de las muchas maneras para encontrar explicación lógica a los acontecimientos. En este sentido, Sartre pensaba que el universo era " gratuito." Bertrand Russell proclamo que la cuestión de los orígenes fue enredada en un sin sentido y que debemos ser considerar suficiente el declarar que el universo está "ahí y eso es todo."
Y es que el principio de la causalidad no es fácilmente aceptado en nuestra época. Presupone asumir una concepción determinada para investigar, justificar y dar sentido a la construcción del mundo, sus causas y sus orígenes. Ahora bien, también es necesario destacar que dicho principio puede ser precisado, matizado y perfeccionado, pero, sin embargo, desechar la idea de “suficiente con la razón”, supone destruir no solamente la metafísica sino así mismo las ciencias. Cuando uno niega la causalidad, se ataca mucho de lo conocido por la razón, porque sin este principio la conexión racional en la mayoría de nuestra investigación queda sin fundamento. No es irracional investigar la causa del universo entero.
c) Prueba moral o argumento deontológico: fue defendido por Immanuel Kant. Este último rechazó no solamente el argumento ontológico, sino que, igualmente, se opuso a los teleológicos y cosmológicos. Basó su teoría en la afirmación de que la razón no conoce más allá de lo experimentable por el ser humano. Sin embargo, para él la existencia de Dios es demostrable al existir “juicios morales objetivos”, que van más allá de meras preferencias morales relativistas; tales juicios requieren los estándares externos a la mente del ser humano. Ellos confirman la existencia de una mente de Dios.
II.- Argumentos contra la existencia de Dios
Los argumentos contra la existencia de Dios han sido dados por los filósofos, ateos y agnósticos. Algunos de estos argumentos encuentran la existencia de Dios incompatible con hechos observados y experimentables; otros, por cuanto consideran que no existe Dios porque el concepto del mismo es incoherente o confuso; y otros, por último, critican o no aceptan como ciéntificas las pruebas ofrecidas para la existencia de Dios.
A. Criticas a la existencia de Dios:
1) Una de las pruebas más influyentes y más gran alcance para justificar y defender que no hay dios procede " del problema del mal." Este argumento plantea la hipotética contradicción entre las tres afirmaciones siguientes: (a) el mal existe; (b) dios es omnipotente y (c) dios es bondadoso. Siguiendo con esta argumentación, el problema de la existencia del mal evidencia que alguna de estas afirmaciones no es verdadera. El argumento es el siguiente:
a) si dios puede prevenir el mal, pero no lo hace, es evidente que no es bondadoso.
b) si dios se propone prevenir el mal, pero no puede, entonces no es omnipotente.
c) si dios se propone prevenir el mal y es capaz de hacerlo, ¿cómo puede el mal existir?

2) Otro argumento se pregunta por la posible contradicción entre el dios que todo lo sabe y la libertad de los hombres. En efecto, los seres humanos hacen opciones. Si dios es omnisciente, él debe saber de antemano, exactamente, lo que hará una persona en una situación dada. Por tanto, la persona no es totalmente libre para elegir que alternativa va a realizar, ya que dios sabe lo que él o ella harán, luego la libertad no pasaría de ser una ilusión.

3) Hume proporcionó a las críticas los argumentos principales para discutir sobre la existencia de dios. Contra el argumento cosmológico (tercer argumento de Santo Tomás de Aquino), él mantuvo que la idea de el ser necesariamente existente, es absurda. Manifestó que: " lo que podemos concebir como existente, podemos también concebirlo como no existente". También se preguntó porque la última causa del universo no pudiera ser el propio universo en sí mismo, eterno y sin una causa, sin un dios.
También criticó el argumento de la comparación ( la cuarta vía de Santo Tomás de Aquino). En concreto, destacó que no hay manera legítima de que podamos deducir las características de dios como el creador del mundo por las características de su creación. Por ejemplo, Hume preguntó cómo podemos estar seguros que el mundo no fue creado por un equipo, o que éste no es más que una de las muchas tentativas de las distintas creaciones efectuadas.
B. Posturas que niegan la existencia de Dios:
1) AGNOSTICISMO: es la posición que niega la posibilidad de demostrar metafísicamente la existencia de Dios. No sabemos nada de aquello que supera los datos de la experiencia. Dios, por lo tanto, no es objeto del conocimiento humano.
El agnosticismo no niega la existencia de Dios como hace el ateismo. Rechaza, simplemente, que el hombre tenga la capacidad de probar tal existencia.
Ejemplos de agnosticismo:
a) Kant: Dios excede los límites de la experiencia y por eso excede al conocimiento humano.
b) El agnosticismo fideísta: la fe es la única fuente del conocimiento cierto y verdadero.
c) Agnosticismo modernista: continuación del agnosticismo kantiano.
d) El posistivismo: afirma que solo es verdadero el conocimiento empíricamente demostrable.
e) El neopositivismo Wittgenstein: una proposición tiene sentido si es verificable y solo si es verificable.
2) ATEISMO: es el que afirma que dios no existe. Hay dos posturas fundamentalmente:
a) los prácticos: son aquellos que sin efectuar elucubraciones teóricas se comportan, de hecho, como si dios no existiese.
b) Los teóricos: niegan la existencia de dios como conclusión de un razonamiento.
Como crítica a tal postura se debe destacar que no es un punto de partida originario, ya que no es posible sin un dios. Y todo acto de negación de dios lleva implícito la afirmación del infinito. Se trata de un mecanismo estructural de la persona que tiende naturalmente al infinito, de manera que cuando destruye al infinito verdadero irremediablemente se fabrica un infinito falso.


III) Kant (1724-1804).
Una vez analizadas las diversas posturas existentes frente a la cuestión de la existencia de Dios vamos a centrarnos, en este trabajo, en el análisis de la figura de Kant y su planteamiento específico, brevemente bosquejado en los puntos anteriores.
Kant afirmaba que “aunque es del todo necesario estar convencido de la existencia de Dios, no lo es tanto el demostrarlo”.
Kant sostuvo que la existencia Dios y la inmortalidad del alma eran materias de la fe, la razón especulativa se limita a la sensación de que es posible su existencia pero no demostrable. De todos modos, es natural que el filósofo profesional se pregunte si es posible una demostración estricta de la existencia de Dios. Y al intención de Kant fue la de aportar algo a esa investigación.

Todas las demostraciones de la existencia de Dios han de descansar en el concepto de lo posible o en la idea empírica de lo existente. Cada una de esas clases puede subdividirse en dos subclases. En primer lugar, podemos intentar argüir sobre la posibilidad como fundamento para la existencia de Dios como consecuencia, o de la posibilidad como consecuencia a la existencia de Dios como fundamento de esa posibilidad. En segundo lugar, o sea, cuando partimos de las cosas existentes, tenemos también dos caminos practicables, en principio. O bien intentamos probar la existencia de una causa primera e independiente de esas cosas, para demostrar luego que esa primera causa ha de poseer ciertos atributos que justifique el que se la llame Dios. O bien intentamos mostrar al mismo tiempo ambas cosas, la existencia y los atributos de Dios. Toda prueba de la existencia de Dios ha de tomar, según Kant, alguna de esas cuatro formas.
La primera línea argumentativa, la que procede de la posibilidad como fundamento a la existencia de Dios como consecuencia, corresponde a lo que hemos llamado el argumento ontológico, que va de la idea de Dios a la divina existencia. Kant lo rechaza porque presupone que la existencia es un predicado lo cual es un presupuesto falso, según el. La tercera línea de argumentación, que corresponde al argumento cosmológico, tampoco la admite, sobre la base de que no podemos demostrar que una primera causa haya de ser lo que llamamos Dios. Por la cuarta línea de argumentación, que corresponde a la prueba teleológica o de la finalidad, Kant mostró respeto, siempre que lo acentuado sea la teleología inmanente del organismo. Pero esa argumentación no puede admitirse como demostración de la existencia de Dios, sino que nos lleva a lo sumo a una mente o inteligencia divina que produce en el mundo sistema, orden, y teleología; pero no nos lleva a un creador. Dicho de otro modo: ese argumento nos enfrenta con un dualismo, una mente supraterrenal por un lado y, por otro, el material al que ha de dar forma ese espíritu. Y si no se dispone más que de ese argumento, no se resuelve la cuestión de si el material es dependiente o independiente de Dios.

Queda, pues, la segunda línea de argumentación, la que procede de la posibilidad como consecuencia a la existencia de Dios como fundamento. Y ésta es la línea argumentativa que Kant propone como la única base posible de una demostración de la existencia de Dios. No hay, dice Kant, contradicción lógica intrínseca en la negación de toda existencia en general. Pero lo que no podemos hacer, legítimamente, es afirmar la posibilidad y negar al mismo tiempo que haya un fundamento existente de esa posibilidad. Más tenemos que admitir esa posibilidad. Pues no podemos negarla sin pensar, y pensar es afirmar implícitamente el reino de la posibilidad. Kant arguye entonces que el ser fundamento de la posibilidad ha de ser uno, simple, inmutable, eterno espiritual y todo lo demás incluido en la significación del término “Dios” tal como se usa en metafísica.

Pero en Kant la conclusión de todo lo anterior es reiterativa: “todo el esfuerzo y todos los intentos dedicados a la famosa demostración ontológica o cartesiana de la existencia de un ser supremo partiendo solo de conceptos es trabajo perdido. Tan insensato es esperar hacerse más rico en conocimiento mediante meras ideas como pensar en aumentar la riqueza de un comerciante añadiendo ceros a sus cuentas”.

Pese tal afirmación, Kant razonó la necesidad de buscar el “bonum del summum” (el bueno máximo), residiendo en él la felicidad perfecta. “Dios no es el alma del mundo…El concepto de Dios es el concepto de un ser que es causa suprema de las cosas del mundo y es persona”. Dios se concibe como el ser supremo, la inteligencia suprema, el bien supremo, el cual posee derechos y es una persona. “Un ser, para el cual todos los deberes humanos sean órdenes suyas, es Dios”. El hombre piensa a Dios según los atributos que hacen de él (del hombre) un ser terrenal. Pero en la idea de Dios esos atributos se elevan, por así decirlo, al grado máximo o absoluto. Por ejemplo: el hombre es libre, pero su ser contiene receptividad , y su libertad no es absoluta. Dios, en cambio, se concibe como espontaneidad y libertad supremas, sin receptividad ni limitación. Pues mientras que el hombre es un ser finito, Dios se concibe como la realidad infinita. El mundo se entiende como la totalidad de la realidad sensible; pero se concibe como subordinado al poder creador de Dios y a su voluntad intencional y santa. Como hemos visto, la relación entre las ideas de Dios y mundo es una subordinación porque se entiende el mundo como dependiente de Dios.

Pero este planteamiento, de la necesidad de la existencia de un ser perfecto para que pueda realizarse el bien supremo del hombre alcanzar la felicidad y del que derivan las leyes morales, presenta un problema ya que, en este mundo, el cumplimiento de la ley moral no lleva aparejado la felicidad, no existe una conexión necesaria entre la moralidad y la felicidad en el hombre. El único postulado, por lo tanto, que pudiera ser defendible es la experiencia moral del hombre de que "existe una causa de toda la naturaleza, distinta de la naturaleza sí misma", es decir, que debe existir un Dios que recompense adecuadamente el esfuerzo moral realizado, esto es el buen comportamiento del hombre, en el otro mundo. Dentro de esta linea argumental, considera Kant que, además de nuestro conocimiento de objetos originariamente dados, en la intuición sensible existe el conocimiento moral. Puede decirse, por ejemplo, que sabemos que hay que decir la verdad. Pero este conocimiento no es de lo que existe, es decir, del comportamiento efectivo de los hombres, sino de lo que debe ser, o sea, de
cómo deben comportarse los hombres. Y este conocimiento es a priori, en el sentido de que no depende del comportamiento efectivo de los hombres. Aunque todos ellos mientan seguira siendo verdad que no deben mentir. No podemos verificar la afirmación de que los hombres deben ser veraces por el procedimiento de si efectivamente lo son o no. Esa afirmación es verdadera con independencia de la conducta de los hombres, y en ese sentido es verdadera a priori. Pues la necesidad y la universalidad son los rasgos de la aprioridad.

En definitiva, la razón no conoce más allá de lo experimentable por el ser humano. Sin embargo, para él la existencia de Dios es demostrable al existir “juicios morales objetivos”, que van más allá de meras preferencias morales relativistas; tales juicios requieren los estándares externos a la mente del ser humano. Ellos confirman la existencia de una mente de Dios.

Kant pensó que la ley moral se podría establecer por la razón (“todo lo que el hombre se considere capaz de hacer para complacer a Dios, como no sea una vida moral, es una mera ilusión religiosa y espúrea adoración de Dios”), pero él acudió a Dios para garantizar la recompensa por la virtud que se halla tenido en esta vida. La mayoría de los pensadores modernos que utilizan el argumento moral continúan la tesis de Kant de que Dios es un postulado necesario para explicar la moral, ahora bien, ya no utilizan a Dios tanto por la recompensa cuanto para proporcionar a la tierra, fundamentalmente, la ley moral.
El argumento moral comienza con el hecho simple de la experiencia ética. La presión de cumplir con el deber, esto es, el acatamiento de unos principios morales, se puede sentir tan fuertemente como la presión de un objeto empírico. De ahí que Kant se preguntara sobre quién o qué está causando esta presión. No es suficiente afirmar que es la propia sociedad la que nos condiciona para que sintamos esas presiones. Algunos de los moralistas más grandes de la historia han adquirido su fama precisamente porque criticaron los fallos morales de su pueblo, tribu, clase, raza, o nación. Si la opresión causada por la sociedad es la explicación de la motivación moral, entonces ¿qué argumentos nos quedan para criticar la esclavitud o el genocidio o cualquier otra actitud humana?
Los Evolucionistas critican el argumento moral insistiendo en que toda la moralidad es simplemente un largo proceso de desarrollo de los instintos animales. Los hombres resuelven gradualmente sus sistemas éticos viviendo juntos en comunidades sociales. Pero esta objeción se vuelve en contra de ella misma porque si se termina con la moralidad, también se termina con la razón y con el método científico. El evolucionismo cree que el intelecto humano proviene del desarrollo del cerebro de los primates, pero asume que el intelecto es una fuente digna de confianza. Si la mente da derecho a la confianza, aunque sea el producto del desarrollo de las mentes más bajas, ¿por qué no, también, la naturaleza moral?
En la actualidad muchos filósofos y pensadores admiten el objetivismo moral, pero, sin embargo, niegan la existencia de un reino transcendente, en el que imperen los absolutos morales impersonales. Niegan que se deba creer en una persona, una mente, o un legislador. Afirman que es difícil imaginar una "mente impersonal". Se preguntan como podría una cosa infundirnos los principios morales y el amor. Ellos justifican la defensa de huir de una persona a la que demos categoría de dios, de legislador. Solo existe la experiencia moral, concluyen.
Como conclusión, es necesario destacar que la filosofía de Kant supone que al negar que el hombre pueda preguntarse el porqué las cosas son, se cortan las alas a la mente humana al impedirla que conzca, con totalidad, las últimas causas de la existencia. Es, por tanto, limitar el saber y la capacidad intelectual humana.
Supone, en consecuencia, un reduccionismo en cuanto que limita la capacidad de conocer del hombre a las causas materiales y eficientes, dejando de lado la formal y la final.



Comococos

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